Me contaban una anécdota que pasó hace muchos años, pero de la cual sacas unas conclusiones como que no es oro todo lo que reluce, dime de que presumes y te diré de que careces, por que estas en la sombra y manejas el cotarro, etc.

El caso es el siguiente, había un grupo de trabajadores que realizaban una pequeña obra de varios días en el depósito de agua que existía en lo que ahora se conoce como Avenida de Extremadura y donde ahora está el Colegio el Pilar. El caso es que en este lugar no había toma de luz necesaria para utilizar la maquinaria eléctrica por tanto estos trabajadores contactaron con el presidente de uno de los bloques que había cerca, unos marrones de ladrillo oscuro, que fueron los primeros que se hicieron por esa zona. Le solicitaron enchufar la luz durante un par de días a cambio de pagar el recibo de los dos meses. Este señor acepto pues a la vez que hacia un favor pagaban el recibo de dos meses y el gasto apenas era significativo. El problema vino cuando los trabajadores van a utilizar sus herramientas eléctricas y se encuentran que no hay luz. Van al enchufe del portal y ven que esta quitado. Lo ponen y al rato vuelven a quedarse sin luz. Así durante varias veces. Intrigado por ver quien desenchufaba todo el rato uno de los encargados se quedo esperando, cuando apareció un gran político ahora otrora gran sindicalista. El encargado le preguntó por que les desenchufaba la luz, si habían llegado aun acuerdo con el presidente de la comunidad y este había dado su visto bueno. Este gran sindicalista respondió ¡por que a mi me sale de los huevos aquí nadie enchufa nada! A lo que el encargado añadió ¿y tu eres el que defiendes a los trabajadores?...

El insigne sindicalista, siguió escalando puestos en la carrera política en su faceta humana se aproximó al más grandes de los estercoleros. Y por ahí sigue jugando a la política.